Qué lejos de quijotes y adalides
me encuentran estas horas de descuento
de un año que se escapa con el viento
y no redobla apuesta en estas lides
Qué abismo entre los árboles de luces
y el alma ensombrecida de estos versos
Qué puente destruido por el cierzo
Qué búsqueda infecunda entre las cruces
Es niño y constelado el devaneo
que insiste en alinearme hacia tu casa
A cada estrella azul que se desplaza
le pido nuevamente mi deseo
que es uno y es antiguo: No morirnos
sin decir lo que aún nos queda por decirnos.