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EL LABERINTO




"Las revoluciones se producen en los callejones sin salida."
Bertolt Brecht.
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I

No sé que más hacer con la tristeza.
Le va ganando metros a mi orilla
y hoy todo es una gran niebla amarilla
que estaba hilada en oro, y ahora reza

por no volverse gris, por no morirse.
No logro bien parir ni media broma.
Tu sol (que me salvaba) no se asoma
o apenas sale, frena y vuelve a irse.


II

La sombra va cubriendo a mi payaso
y así, desvaneciendo su sonrisa,
se cae entre las piedras, y la pisa
dejándola cifrada a un pobre trazo.

No hay quejas. Tiene un precio la mentira:
mis lágrimas amargas. No hay manera
de hace que el show no cese. La Quimera,
-los griegos lo dijeron- te retira...

La llama de su vómito destroza
tus alas y te deja como deja
el fuego abrasador entre sus rejas
al cuerpo de una frágil mariposa.




III

Quizás debiera al fin vencer el miedo.
Dejar que el ala negra de la noche
me envuelva y sin hacerle ni un reproche
me enfrente con mi cara en este enredo.

Tal vez llegó la escena más temida.
Aquella que nos pone frente a frente
con nuestra propia sombra y simplemente
nos mata o le ganamos la partida.





Ariadna no está afuera, el laberinto
no guarda al Minotauro; sola estoy.
No tengo a quién pelear, y sé que soy
la única enemiga en el recinto.






IV

Me choco las paredes, son de hielo.
Me van restando bríos. Sabe Dios
que a veces, cuando caigo, pienso en vos
y encuentro en tu recuerdo algún consuelo.

Las horas son espadas que me pesan
pero sigo buscando la salida;
y mientras voy jugándome la vida
no sé que más hacer con la tristeza.


Mi pena ya no sangra con tu nombre.
Mis versos han perdido la alegría.
No hay alma que me haga compañía
(y es necio acusar de tanto a un hombre… )


Vos nunca me quisiste y preferí
armar un escenario de histrionismo,
montado sobre el mar de mi egoísmo
y ahogado bajo el propio frenesí.

Más fácil fue pensar que era tu culpa
o el mal del desamor y sus dilemas,
que el hecho de aceptar que es mi problema...

Te ofrezco en esta línea una disculpa.




V

Estoy sola conmigo (en el centro).
Mi opción es escaparme (o morir),
y quiero (además de pervivir)
salir fortalecida de aquí dentro…
























Ariadna no está afuera, el laberinto

no guarda al Minotauro; sola estoy.

No tengo a quién pelear, y sé que soy

la única enemiga en el recinto.












Estoy sola conmigo (en el centro),


y quiero salir pronto de aquí dentro...


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POEMA REDUNDANTE

¨Es mejor ser rey de tu silencio, que esclavo de tus palabras¨ William Shakespeare Mule City,  25 de junio de 1612 ______________________  I ¿Qué más debiera decir que ya no te hubiera dicho? ¿Qué más podría escribir que todo lo que te he escrito…? ¿...? Va casi un lustro, y es claro que no se ha inventado el río capaz de apagar el fuego, cuando ese fuego es divino. Que no hay tormenta ni obstáculo, pantano, muralla, sismo que logre desenraizar la fibra de este amor mío. Un árbol que mal nació intrincado y retorcido, no siempre amaina su fuerza por haber errado el tino; al contrario, más se prende, multiplicando los bríos y extendiendo sus raíces a niveles infinitos. II ¿Qué más debiera decir que ya no te hubiera dicho? ¿Qué podría sorprenderte…? ¡Con todo lo que te he escrito! ¿...? No he escatimado recursos, imágenes, cartas,  libros, sitios web, redes sociales, para mostrarte con signos, mi franca moción de entrega, mi volcán de desatinos, mi corazón en bandeja, mi vendaval

UNA EXCEPCIÓN

  Yo que a nadie denuncio. Yo que no rezo. Que no pongo las manos en el fuego. . Yo que en nada milito. Yo que no apuesto ni vida ni tesoros a ningún credo. . Yo que marcho en contrario a los supuestos. Yo que hago apología del desacierto. . Que en la lid de los héroes no aspiro a un puesto. Que si veo Molinos no los enfrento. . Que en las tierras del justo no hago cimientos. Y que olvido las líneas del padrenuestro. . Yo que escondo la mano. Y no doy el ejemplo. Y no impugno ni afirmo. Y no corro, ¡vuelo! . Que abandono en mitad de la guerra a mi ejército. Y que niego tres veces, como Pedro. . Que trafico emociones a sobreprecio. Que jamás me pronuncio ni me juego. . Que no tengo bandera. Ni conciencia. Ni méritos. Pongo el dedo en los clavos y no creo. . ¿ Y si juro que sumo ? ¡ Resto ! . ¿ Y si digo que voy ? ¡ Vengo ! . . Yo, vacía de gracia. Yo que no intento modificar el mundo, ni protegerlo, . . hubiera dado todo 《lo que no tengo》 por oír(te) decir(me) Te quiero. . . . . . . . .