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EL ENTIERRO











I

Decidí enterrar Tu Nombre
en mi jardín, y en secreto.
(No podía haber testigos
que se enteraran del hecho).

Lo acomodé como pude
con ademán circunspecto
a la izquierda de un blanquísimo
y espinoso rosal nuevo.

Un Dije con mi inicial
de oro y purísimo argento,
dejé caer sobre él,
como un símbolo perpetuo.

La tierra estaba tan tibia,
que acaricié con mis dedos
lentamente, cada letra,
y lo cubrí con esmero.


Después, planté ¨Nomeolvides¨
de un color azul intenso,
que le oficiaron de túmulo
natural, hermoso y fresco.


II

Cada tarde, en soledad,
me iba a sentar en silencio
y lo regaba con lágrimas
que al rato, secaba el viento.

Una amiga me explicó
- y apaciguó mi tormento -
que en este tipo de cosas
es mejor hacer el duelo.


III

Las espinas del rosal
ganaban todos los huecos
y las pobres ¨Nomeolvides¨
resistían con denuedo.

Sin embargo, con el paso
beneficioso del tiempo,
dejé progresivamente
de acercarme al rosal nuevo

y de llorar con tristeza
sobre el azul monumento
de tallos debilitados
y pétalos polvorientos.


IV

Mas cuando incauta creí
que había superado el riesgo
de deshilarme de amor
y penas por tu recuerdo,

se puso a llover de noche
con impiedad, bien sabiendo,
¡cuánto! la lluvia me trae
tu evocación al momento.

Maldije a todas las nubes,
al pronóstico del tiempo,
al agua dulce caída
y a cada rincón del Cielo.

Y me dormí con el Diablo
susurrándome indiscreto
que cada gota era albur
de malas nuevas en cierto.


V

A la mañana siguiente
me fui hasta el patio corriendo,
el corazón me latía
con especial desenfreno.

Pisé infinitas espinas
del bendito rosal nuevo,
y por fin llegué a la tumba
que guardaba mi secreto.

Las ¨Nomeolvides¨ chispeaban
como zafiros perfectos
abrillantadas de azules
y con los tallos enteros.

La tierra estaba movida.
Tu Nombre estaba en el suelo
enganchado con mi Dije
de oro y purísimo argento;

y todo en la superficie
de mi jardín ¨verde espejos¨,
como si no hubiera habido
allí jamás un entierro…


VI

Sonreí y lloré un poquito,
guardé ambas cosas sin miedo
en el fondo de un bolsillo
que tengo en un jean muy viejo…

Y enfilé para mi casa
a paso largo y discreto.
(No podía haber testigos
que se enteraran del hecho).

Lavé Tu Nombre y mi dije,
que de barro estaban llenos,
y los até con cuidado
a la seda de un pañuelo

que hace dos lustros mí tía
me trajo de un viaje a México,
y que por rojo y precioso
como un tesoro lo tengo.


VII

Pañuelo, Tu Nombre y Dije
con mi inicial, los conservo
escondidos en mi almohada
y no lloro por tenerlos.

La mano se me desliza
en un roce placentero
sobre la seda que arde
a fuego sublime y lento.


VIII

Hay amores que resisten
voluntad, razón, entierros,
y que vuelven a surgir
más renovados y enteros.

¨Los muertos que yo maté¨
están sanos, viven plenos,
y prometo no volver
a cometer tales yerros.








Tu Nombre sigue en mi cama
y ahí seguirá: Ad eternum,
(pero sin testigo alguno
que se entere del suceso...)

































La mano se me desliza

en un roce placentero

sobre la seda que arde

a fuego sublime y lento...





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POEMA REDUNDANTE

¨Es mejor ser rey de tu silencio, que esclavo de tus palabras¨ William Shakespeare Mule City,  25 de junio de 1612 ______________________  I ¿Qué más debiera decir que ya no te hubiera dicho? ¿Qué más podría escribir que todo lo que te he escrito…? ¿...? Va casi un lustro, y es claro que no se ha inventado el río capaz de apagar el fuego, cuando ese fuego es divino. Que no hay tormenta ni obstáculo, pantano, muralla, sismo que logre desenraizar la fibra de este amor mío. Un árbol que mal nació intrincado y retorcido, no siempre amaina su fuerza por haber errado el tino; al contrario, más se prende, multiplicando los bríos y extendiendo sus raíces a niveles infinitos. II ¿Qué más debiera decir que ya no te hubiera dicho? ¿Qué podría sorprenderte…? ¡Con todo lo que te he escrito! ¿...? No he escatimado recursos, imágenes, cartas,  libros, sitios web, redes sociales, para mostrarte con signos, mi franca moción de entrega, mi volcán de desatinos, mi corazón en bandeja, mi vendaval

UNA EXCEPCIÓN

  Yo que a nadie denuncio. Yo que no rezo. Que no pongo las manos en el fuego. . Yo que en nada milito. Yo que no apuesto ni vida ni tesoros a ningún credo. . Yo que marcho en contrario a los supuestos. Yo que hago apología del desacierto. . Que en la lid de los héroes no aspiro a un puesto. Que si veo Molinos no los enfrento. . Que en las tierras del justo no hago cimientos. Y que olvido las líneas del padrenuestro. . Yo que escondo la mano. Y no doy el ejemplo. Y no impugno ni afirmo. Y no corro, ¡vuelo! . Que abandono en mitad de la guerra a mi ejército. Y que niego tres veces, como Pedro. . Que trafico emociones a sobreprecio. Que jamás me pronuncio ni me juego. . Que no tengo bandera. Ni conciencia. Ni méritos. Pongo el dedo en los clavos y no creo. . ¿ Y si juro que sumo ? ¡ Resto ! . ¿ Y si digo que voy ? ¡ Vengo ! . . Yo, vacía de gracia. Yo que no intento modificar el mundo, ni protegerlo, . . hubiera dado todo 《lo que no tengo》 por oír(te) decir(me) Te quiero. . . . . . . . .