Ir diluyendo de a poco
como azúcar en el agua.
Quemarse en la propia fragua.
Avanzar a ritmo loco.
Gritar un nombre sin voz.
Redactar sobre la arena.
Simular risa por pena.
Callar un secreto a Dios.
Pensar que era rosa el gris.
Chocar el fondo del mar
sin aprender a nadar.
No acertarle a ser feliz.
Pasar de viento a brisita.
De ser tsunami a laguna.
Vivir con gloria ninguna
sobre una red bien finita.
Cubrir de acero un cristal
que se cansó de latir.
Y aún en la niebla, escribir,
escribir,
escribir,
(aunque se empañe el cristal...)
Seguir y seguir...
firmándote,
que ante todo, soy mujer
que no va a retroceder,
y piensa morir amándote.