I
Los arenales jamás le rogaron
al mar alguna caricia salada,
que los rescate de tanto letargo
Y sin embargo…
con sus celestes carrozas mojadas,
el mar los roza sin pedirles nada.
II
¿Y los frutales ? jamás le rogaron
un beso helado al invierno indolente
para salir de su verde letargo
Y sin embargo…
el frío juega en el limón naciente
y dulcifica su acidez urgente.
III
¿ Y los trigales ? jamás le rogaron
al sol ardiente un bautizo de fuego
para escapar de su eterno letargo
Y sin embargo…
bajan los rayos auríferos, ciegos,
para dorar espigas con sus dedos.
IV
Y así nosotros, vamos arrancando
un calendario de esperanza herida,
sumando años, restándonos vida,
y haciendo frente a
costas,
cuestas,
cargos…
Y sin embargo…
¿Por qué con tan estúpida firmeza
jamás copiamos a Naturaleza …?
V
Sabés que
¡ nunca !
¡nunca!
¿…nunca…?
Sabés que yo jamás te rogaría
la lluvia azul de una palabra, un faro
que me señale dónde está tu amparo,
o una señal apenas, alma mía…
para salvarme de este gris letargo,
y sin embargo…
y sin embargo…
Y sin embargo…