Si acaso fuera posible,
si mi alma tuviera un precio,
lo daría todo a cambio
juntamente con mi reino,
pero no por un caballo
como Ricardo Tercero,
por un dato, nada más,
(nada más o nada menos... )
que me indicara si anoche
debajo de un mismo cielo,
a metros luz de distancia,
pisando idéntico suelo,
y con la piel incendiada,
igual que yo - en secreto -
con un silencio infinito,
también me abrazaste en sueños.
Pero... mi alma no vale
más que un puñado de versos,
que a su vez, nada cotizan,
porque germinan ¨de a cientos¨
creciendo sobre los campos
como hojarasca de invierno,
invadiendo las espigas,
los sojales, los esteros,
amarronando el paisaje
con su manchón harapiento,
en los bordes del camino
y entre las flores del trébol.
Ojalá ... que si algún día
lograran costar al menos
treinta monedas de oro,
o unos poquísimos pesos,
o siete perlas de agua
en medio de algún desierto,
alguien pudiera aceptarlos
y me pagara por ellos,
con un dato… nada más…
(nada más o nada menos)
que me indicara si anoche,
igual que yo - en secreto -
a metros luz de distancia,
debajo del mismo cielo,
y con la piel incendiada,
también me abrazaste en sueños.
si mi alma tuviera un precio,
lo daría todo a cambio
juntamente con mi reino,
pero no por un caballo
como Ricardo Tercero,
por un dato, nada más,
(nada más o nada menos... )
que me indicara si anoche
debajo de un mismo cielo,
a metros luz de distancia,
pisando idéntico suelo,
y con la piel incendiada,
igual que yo - en secreto -
con un silencio infinito,
también me abrazaste en sueños.
Pero... mi alma no vale
más que un puñado de versos,
que a su vez, nada cotizan,
porque germinan ¨de a cientos¨
creciendo sobre los campos
como hojarasca de invierno,
invadiendo las espigas,
los sojales, los esteros,
amarronando el paisaje
con su manchón harapiento,
en los bordes del camino
y entre las flores del trébol.
Ojalá ... que si algún día
lograran costar al menos
treinta monedas de oro,
o unos poquísimos pesos,
o siete perlas de agua
en medio de algún desierto,
alguien pudiera aceptarlos
y me pagara por ellos,
con un dato… nada más…
(nada más o nada menos)
que me indicara si anoche,
igual que yo - en secreto -
a metros luz de distancia,
debajo del mismo cielo,
y con la piel incendiada,
también me abrazaste en sueños.