I
Hay amores con ¨ramas¨ que se elevan
dibujando caminos en el aire,
con el fatuo laurel de los que llevan
esa franca actitud, ese donaire,
que declara a voz viva que su cota
no consiente el perfil de una derrota.
II
Hay amores con ¨troncos¨ que sostienen
la blandura del nido, la incerteza
del primer plan de vuelo y que mantienen
con la luz de su fe y de su nobleza
los retoños, burlando al desaliento,
como casas seguras en el viento.
III
Hay amores con ¨rosas¨ que se ufanan,
que superan la cruz de sus espinas,
que a pesar de las rejas no amilanan
ni se dejan domar por las inquinas,
con el garbo especial de un querubín
que aletea en su espléndido jardín.
IV
Pero creo, de todos los amores
que he nombrado tratando de abarcar:
ramas altas, robustos troncos, flores…
sé de uno imposible de igualar,
que se gesta invencible en sus matrices,
* y es aquél que trasunta a las raíces.
V
* Los amores ¨raíz¨ no pueden verse…
son la fuente primera, el alimento,
el motor que no debe conocerse,
la energía esencial y el fundamento.
El origen del resto que se aviene
y el cimiento vital que lo sostiene.
VI
Las raíces detentan la ventaja
de existir sin los riesgos exteriores,
y guardarse del sol que resquebraja
a otras layas (disímiles) de amores
(que se mueren por fríos excesivos
o a merced de calores destructivos)
VII
* Los amores ¨raíz¨ todo lo abarcan,
compensando su albur de oscuridad,
y los ojos humanos no demarcan
su incontable virtud de inmensidad.
Son de pocos, un raro sortilegio,
una clara excepción y un privilegio.
VIII
Plantan armas a toda contingencia
a pesar de vivir siempre en la sombra,
son aquellos que ocultan su existencia,
son aquellos que nunca nadie nombra.
Y aún sin troncos ni ramas floreciendo,
* los amores ¨raíz¨ siguen viviendo.
¡Sabe Dios! por testigo y hacedor,
que no hay nada tenaz como ese amor…
Hay amores con ¨ramas¨ que se elevan
dibujando caminos en el aire,
con el fatuo laurel de los que llevan
esa franca actitud, ese donaire,
que declara a voz viva que su cota
no consiente el perfil de una derrota.
II
Hay amores con ¨troncos¨ que sostienen
la blandura del nido, la incerteza
del primer plan de vuelo y que mantienen
con la luz de su fe y de su nobleza
los retoños, burlando al desaliento,
como casas seguras en el viento.
III
Hay amores con ¨rosas¨ que se ufanan,
que superan la cruz de sus espinas,
que a pesar de las rejas no amilanan
ni se dejan domar por las inquinas,
con el garbo especial de un querubín
que aletea en su espléndido jardín.
IV
Pero creo, de todos los amores
que he nombrado tratando de abarcar:
ramas altas, robustos troncos, flores…
sé de uno imposible de igualar,
que se gesta invencible en sus matrices,
* y es aquél que trasunta a las raíces.
V
* Los amores ¨raíz¨ no pueden verse…
son la fuente primera, el alimento,
el motor que no debe conocerse,
la energía esencial y el fundamento.
El origen del resto que se aviene
y el cimiento vital que lo sostiene.
VI
Las raíces detentan la ventaja
de existir sin los riesgos exteriores,
y guardarse del sol que resquebraja
a otras layas (disímiles) de amores
(que se mueren por fríos excesivos
o a merced de calores destructivos)
VII
* Los amores ¨raíz¨ todo lo abarcan,
compensando su albur de oscuridad,
y los ojos humanos no demarcan
su incontable virtud de inmensidad.
Son de pocos, un raro sortilegio,
una clara excepción y un privilegio.
VIII
Plantan armas a toda contingencia
a pesar de vivir siempre en la sombra,
son aquellos que ocultan su existencia,
son aquellos que nunca nadie nombra.
Y aún sin troncos ni ramas floreciendo,
* los amores ¨raíz¨ siguen viviendo.
¡Sabe Dios! por testigo y hacedor,
que no hay nada tenaz como ese amor…